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Rehumanización: Entre Utopía y Realidad. Un diálogo con el trabajo de José Luis Cañas-Fernández



Rehumanize International se fundó en los Estados Unidos en 2011 con la misión de “asegurar que la vida de cada ser humano sea respetada, valorada, y protegida”. [1] Pero no somos los primeros en utilizar el concepto de la rehumanización. El filósofo personalista español José Luis Cañas Fernández ha dedicado numerosas obras a este tema, trazando el término a la primera instancia de su uso en 1946 y más atrás en su raíces conceptuales. [2] Sobre todo, propone la rehumanización como la forma de superar, “el vacío existencial y la pérdida del sentido de la vida [que] son la causa principal de la deshumanización y la desesperación,” manifiesto en la violencia y la adicción. Cito a lo largo de este articulo seis de sus trabajos sobre el tema, los cuales son: La idea de rehumanización, clave existencial para la filosofía de la historia futura (2000) [3]; De la deshumanización a la rehumanización (El reto de volver a ser persona) (2010) [4]; ¿Es utópica la utopía de la rehumanización? (2014) [5]; Personalismo rehumanizador (2020) [6]; Rehumanizar: Una visión ética personalista al hilo de la pandemia actual (2020); y Rehumanización y porvenir: La crisis de la filosofía contemporánea y la idea de rehumanización como proyecto de una filosofía de vida venidera (2022). [7]


La rehumanización en el pensamiento de Cañas Fernández

Cañas Fernández comienza su análisis a partir de dos problemas que identifica como manifestaciones de la deshumanización en el mundo moderno: la violencia y la adicción. El siglo XX fue marcado por ambos, en la primera mitad por la violencia de las dos Guerras Mundiales, y en la segunda por la proliferación de adicciones, con los dos afectando principal y trágicamente a los jóvenes. Esta deshumanizacion se experimenta desde los niveles mas altamente organizados de la sociedad humana en la forma de la guerra, hasta lo mas personal en el caso de las adicciones y las “actitudes violentas,” que llevan a la esclavitud existencial y una perdida de sentido de la vida. La deshumanización ha sido reforzada intelectualmente por la tendencia hacia la abstracción en las ciencias occidentales, objetivando al ser humano como un simple ser mecanístico compuesto de calidades observables, disponible para manipular como cualquier otra variable por fines científicos, políticos, o ideológicos. 


La tarea de la rehumanización, entonces, es “la recuperación del sentido de la vida” por la esperanza, habilitando “la reconstrucción de las personas deshumanizadas” para alcanzar “el abandono de las actitudes violentas y … la vuelta a la vida de las personas ex-adictas” para vivir “sin esclavitudes de ningún tipo.” En otras palabras, “equivale a ‘volver a ser persona’ o a ‘volver a nacer.’” El proceso de rehumanización tiene que responder a las particularidades de cada persona, imaginándolo como, “una práctica educativa y una acción terapéutica estructurada, que siempre prioriza a la persona frente a cualquier otro planteamiento.” En el campo de las adicciones, propone “sustituir el gastado concepto de rehabilitación [definido como ‘abandonar el consumo de sustancias o cambiar las conductas adictivas, sin más’] por el de rehumanización.” A la vez, afirma que la rehumanización no es solamente una tarea individual, sino fundamentalmente relacional, siendo que el humano “es un ser de encuentro y sin comunicación y relación no hay encuentro posible.” Junto con la rehumanización de las personas, propone la rehumanización como “un horizonte esperanzador para la filosofía y la ciencia actuales,” para reevaluar las apuestas pesimistas de la naturaleza humana proveniente de filósofos como Kant, Nietzche, y Freud, entre otros, que han formado la base de la filosofía ética moderna. Continúa, “la filosofía que sustenta una teoría de la ‘rehumanización’ ofrecería una clave existencial novedosa para entender la historia presente y pasada, aplicándola a cualquier realidad violenta y adictiva que esclavice al hombre y a los pueblos.”


Cañas Fernández sustenta sus ideas referenciando la historia del término “rehumanización.” Lo rastrea a “la teoría de la logoterapia de Viktor Frankl publicada por primera vez en 1946, en un epígrafe titulado ‘La psiquiatría rehumanizada’ que su autor colocó al final de su conocida obra El hombre en busca de sentido” (aunque lamenta que “no sacó la gran cosecha que encierra el concepto.”) Frankl era un psicoanalista austriaco judio y sobreviviente de los campos de concentracion del Holocausto Nazi, quien sufrio la muerte de la mayoria de su familia, incluso sus padres y esposa, por enfermedad, hambre, asesinato, o, en el caso de su hijo no nacido, aborto forzado. Emergió de la guerra con dudas sobre el método psicoanalítico de Freud que se enfocaba en los impulsos carnales de los humanos, despertando un profundo deseo de explicar los distintos comportamientos en los campos de concentración en que “algunos de nuestros camaradas actuaban como cerdos mientras que otros se comportaban como santos,” y como en su práctica podría ir atendiendo a estas personas que habían sido tan visceralmente deshumanizadas. De estas reflexiones desarrolló las bases para el término de la rehumanización.


Pero Cañas Fernández no detiene su investigación con el mero uso del término, sino busca sus raíces conceptuales. Las encuentra, entre otros, en la filosofia del existencialista francés Gabriel Marcel, quien experimentó un encuentro con un sentido de humanidad como auxiliar durante la Primera Guerra Mundial con “el drama de los familiares de los seres desaparecidos [quienes] no podía[n] ser satisfecho[s] con la mera información aportada por los ‘datos objetivos’ contenidos en las fichas de los ficheros que tenía a su cargo,” viendo, “que los seres humanos que logran liberarse de la despótica esclavitud de la violencia recuperan la esperanza de vivir porque afirman que, de nuevo, incluso por primera vez en su vida, sienten que son personas en lo más hondo de su ser.” Y así atrás en la historia del pensamiento humano va encontrando más raíces de la filosofía rehumanizadora, hasta “la idea griega de perfección junto con la idea cristiana de esperanza aplicadas al ‘presente de futuro’ –que diría San Agustín– posibilitaba el advenimiento de la idea de Rehumanización.”


La rehumanización, para ahora, se ha quedado en una fase inicial, tanto en su formulación filosófica como en su realización real: “La rehumanización, en definitiva, respondería a las más altas aspiraciones utópicas del ideal de la unidad de los hombres en la historia.” Si bien Cañas Fernández concibe la rehumanización como una idea utópica, no obstante, la ve como una utopía hacia la cual se puede ir siempre aproximando. Describe que el “reto del nuevo milenio es un reto intercultural de rehumanización, basado en el sentido de la vida — no en la violencia de las guerras o en el absurdo de las adicciones asociadas al sin-sentido nihilista — en la tolerancia interdependiente superadora de conflictos, y orientado hacia una educación que prepare para la tolerancia y la solidaridad.” 


La rehumanización: El camino hacia la utopía, desde la realidad

Entonces la pregunta para nosotros que nos hemos comprometido a ayudar la humanidad a alcanzar esta “utopía” de la rehumanización es ver cómo ponerla en práctica, si no es que estemos contentos de dejarla en las brumosas esperanzas de las mentes de unos filósofos. Ciertamente, es la tarea con la cual nos hemos encargado en Rehumanize International. Para ampliar y enriquecer el concepto de la rehumanización que Cañas Fernández ha ayudado tanto en desarrollar, veo como relevante sugerir unos aspectos en que los investigadores deben de seguir estudiando, a través de los varios campos de las ciencias y filosofías rehumanizadas. 


Como estudiante de economía, me preocupo mucho por los fundamentos materiales que dan la más básica posibilidad de existencia del ser humano corporal, que son sus medios de subsistencia, y las estructuras sociales dentro las cuales los humanos producen y reparten lo que necesitan para vivir. Aunque referencia brevemente al hambre en algunos de sus trabajos, es imprescindible en una discusión de la rehumanización a dedicar más espacio para considerar este más básico de factores que habilita la mera existencia animal del ser humano, condición sin la cual no se puede concebir de ninguna forma de la rehumanización, dado que “el derecho a la vida es el derecho supremo desde el cual no se permite ninguna derogación.” [8] El hambre no solo es un problema “todavía no resuelto,” sino uno que hoy en día se está empeorando tanto en su cantidad absoluta como relativa. [9] El hambre, y toda otra forma de privación de las necesidades básicas de la vida, como son la falta de acceso al agua, la salud, y la vivienda, ya no son cuestiones biológicas sino sumamente económicas y políticas, siendo que producimos lo suficiente para todos los humanos en el mundo para vivir en un nivel relativamente cómodo, sin embargo los mecanismos de distribución de esos bienes no permiten que lleguen a los que los necesitan. 


Esto habla de la suprema violencia enfrentada por la mayoría del mundo hoy, hasta sobrepasando la guerra en cantidad de víctimas mortales, la que es la pobreza. [10] [11] En un mundo donde un puñado minúsculo de multimillonarios han acumulado más riqueza que casi todo el resto de la humanidad combinado, mientras esta humanidad muere por las decenas de miles cada día debido a esta privación, esto sin duda representa la más ultrajante expresión de violencia posible y requiere una crítica mordaz de los sistemas que la permitan. [12] [13]. 

Frente a la existencia de esta masiva violencia sufrida sistemática y cotidianamente por la gran mayoría de los humanos, nos debe de poner en perspectiva las muchas más pequeñas y limitadas violencias de resistencia y sobrevivencia por los que luchan en contra de esta opresión, planteando una duda importante sobre el instinto de muchos de nosotros, bien intencionado que sea, de que “No hay violencias buenas y violencias malas…una violencia reaccionaria y una violencia progresista.” 


Esta abstracción de la realidad de la violencia también se ve reflejado en los trabajos de Cañas Fernández en cómo concibe de la guerra, como algo que surge de las “actitudes violentas” de los individuos o “los fanatismos y las ideologías extremistas y terroristas del siglo XX.” Si quiere infundir el espíritu de la rehumanización en el estudio de la historia, pues para empezar basta decir que la guerra no es un invento particular del siglo XX, y que mientras la ideología y la religión puedan dar un aspecto distinto a las guerras, la mayoría de ellas encuentran su origen no en las pasiones irracionales de las masas, sino en las muy racionales y calculadas maquinaciones de grupos de poder actuando en su propio interés. Además, mientras la pobreza es la principal manifestación de la violencia hoy, tampoco es la guerra una violencia restringida al pasado de la primera mitad del siglo XX. De hecho, “los últimos dos años han sido testigos de la mayor cantidad de conflictos desde el final de la Segunda Guerra Mundial.” [14] Esto en la ausencia de las “ideologías totalitarias” supuestamente dejadas atrás en el siglo XX.


De igual manera podemos encontrar raíces concretas de la actual crisis de adicción qué se enfrenta en todo el mundo occidente, y más agudamente en los Estados Unidos. Primero cabe decir que la primera crisis generalizada de adicción no surgió en el occidente en la segunda mitad del siglo XX, sino en la Dinastía Qing de China del siglo XIX. Mientras podemos ciertamente encontrar evidencias de una perdida de sentido en la vida en un imperio reventado por guerras civiles y la disolución de la sociedad tradicional, la causa inmediata de tanto esta disolución social como la introducción del opio fue directamente el resultado del imperialismo británico, utilizando esta droga altamente adictiva como una arma de guerra en contra de la población. El intento del imperio Qing a restringir la importación del opio fue la causa de las dos Guerras del Opio en que el Reino Unido forzó la apertura comercial de China, inundando el país con no solo opio, sino también telas baratas qué destruyó las industrias locales y lanzó millones de fabricantes artesanales a la pobreza y la propensidad a la adicción. Si no fue suficiente, el opio vendido por los británicos se obtuvo por la conversión de la agricultura en sus colonias en la India de la producción de alimentos a la producción de cultivos comerciales, como la amapola de opio y el algodón, resultando en recurrentes hambrunas a lo largo de su ocupación del subcontinente, con más de 100 millones de muertos. [15]


De manera similar, la alta disponibilidad de narcóticos adictivos hoy en día está directamente enlazada con los juegos de poder del interés hegemónico del principal país imperial. En este caso, las acciones encubiertas del gobierno estadounidense puesto en moción por la CIA y la administración de Reagan en el llamado Asunto Irán-Contra promovieron el tráfico de cocaína crack hacia los centros de las ciudades, las ganancias del cual se dirigieron a financiar grupos paramilitares derechistas con la misión de derrocar al gobierno revolucionario de Nicaragua. [16] La resultante crisis de crack diezmó a las comunidades a lo largo del país pero en particular estigmatizó a las comunidades negras de los centros de las ciudades, dando la justificación para la Guerra contra las Drogas qué ha visto la tasa de encarcelamiento en los Estados Unidos disparar hasta la más alta del mundo, rindiendo una población de personas permanentemente arrebatadas de su vida normal y asesinando “incluso a sus propios pueblos”. El imperialismo estadounidense también es la causa inmediata del resurgimiento de la producción de opio en Afganistán (que antes, y ahora después, de la invasión se había casi eliminado por el Talibán) que ha tan fuertemente afectado a las adicciones en Europa, mientras la DEA mantiene un papel activo en el tráfico de drogas y la violencia paramilitar en América Latina. [17] [18] En la actual crisis de opioides, incluso el fentanilo, ya sabemos muy claramente el papel de la poderosa industria farmacéutica, en particular la multimillonaria familia Sackler, en la creación de adictos de forma completamente legal a través de su comercialización agresiva del Oxycontin y efectivamente el soborno de las agencias regulatorias. [19]


Estos ejemplos enseñan que, mientras debemos siempre reconocer el riesgo de las potencialidades deshumanizadores de las ciencias modernas, una cuidadosa aplicación del estudio material de la historia, la economía política, y la sociología ayuda revelar las causas de los acontecimientos deshumanizantes e iluminar las soluciones rehumanizadoras, quitando el misticismo de un sesgo idealista propenso a ser manipulado y engañado por ideologías hegemónicas que se operan en el fondo de la conciencia sin que nos demos cuenta de ellas. [20] Resulta que, bien analizadas, podemos encontrar las causas de muchos de los supuestamente inexplicables aspectos de la vida interior de las personas como la pérdida del sentido que son las causas (o los efectos?) de la violencia y la adicción. Es crítico remover de nosotros este sesgo, especialmente nosotros que vivimos en occidente. Cañas Fernández escribe el primero de los trabajos citados aquí, La idea de rehumanización, clave existencial para la filosofía de la historia futura, en el año 2000, en la cima del poder hegemónico estadounidense, con la fiel obediencia de los miembros europeos de la OTAN (incluso España, el país de Cañas Fernández), casi una década después de la caída de la Unión Soviética y la declaración del “Fin de la Historia,” con una exuberancia milenaria todavía no quebrada por los ataques del 11 de septiembre. Tal vez podemos perdonar en retrospectiva sus halagadoras palabras sobre “la caída de los regímenes totalitarios” que enmarca una “historia [que] ha iniciado su ascenso hacia nuevos horizontes.” Ahora, no tenemos el lujo de esa ilusión. El antifaz del régimen neoliberal dominante impuesto por los Estados Unidos, con su vacío discurso de derechos humanos constantemente violado por si mismo, está irreparablemente quebrado y cada día se ve más hecho polvo. 


Para liberarnos una vez para siempre de este sesgo, es apto cerrar con una mirada a la conclusión de este primer trabajo, donde cita a Simón Peres, Ex Primer Ministro y Presidente de Israel. Este hombre, citado como portavoz de la paz en el nuevo milenio (y ciertamente, ganador del Premio Nobel de la Paz), fue durante 70 años uno de los arquitectos de la limpieza étnica de Palestina, desde el Nakba de 1948 hasta la represión violenta de las Intifadas. en los años noventa a 2005 y el subsecuente bombardeo de Gaza en 2008. Sus palabras, bonitas e inspiradoras que sean, son proclamaciones de una paz injusta del conquistador, impuesta por una violencia desproporcionada, que además hoy se ven eclipsadas por los hechos actuales de la genocida “guerra” en Gaza encabezada por Netanyahu, Primer Ministro bajo la presidencia de Peres, mostrando justamente una sociedad “en el umbral de la autodestrucción.”


En conclusión, el trabajo de Cañas Fernández es un inicio importante en la construcción del marco teórico del concepto de la rehumanización como “un paradigma vivencial de esperanza” que busca generar “un cambio profundo de mentalidad en la sociedad” afirmando que “las personas, por muy deshumanizadas que estén, siempre pueden volver a nacer” e imaginando un renacimiento en las ciencias y la filosofía dirigido hacia el servicio del bien común de la humanidad. Pero para lograr esto, es pertinente que nosotros que nos hemos comprometido con esta gran idea de la rehumanización aprovechemos los conocimientos de las ciencias disponibles para remover en nosotros los sesgos ideológicos que, lejos de haber sido vencidos en este nuevo milenio, enceguecen una buena parte de los pensadores en los países vencedores del orden actual que esta cada dia cometiendo nuevas atrocidades en contra de la gran mayoría de la humanidad y que nos mantiene todavía lejos de la utopía de la rehumanización. 

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